El Río San Marcos, un torrente de vida y serenidad, fluye majestuosamente a través de las tierras y los árboles del pueblo, tocándolo con su vitalidad y su frescura.

La ribera del río, es un paraíso que invita a un sinfín de actividades. Los más activos pueden disfrutar de caminatas, cabalgatas y bicicleteadas, mientras que los que buscan un ambiente más relajado pueden optar por picnics tranquilos a la sombra de los árboles. En cualquier caso, la ribera del río ofrece un espacio para la meditación, el descanso al sol y el disfrute de un entorno natural en todo su esplendor.

Para los más pequeños, la ribera del río San Marcos es un enorme patio de juegos. Con amplios espacios para correr y jugar, es un lugar seguro para que los niños se diviertan al aire libre.

A medida que uno recorre las orillas del río, puede apreciar los morteros aborígenes y la antigua acequia (La Atalaya), que se han preservado cuidadosamente como parte de un área natural protegida. Estos morteros, especialmente los ubicados en la calle Monteagudo y en el curso del río, sirven como espejos para la observación astronómica, añadiendo un toque de misterio e historia a este paisaje ya fascinante. Más allá del dique, el viejo Molino Harinero del Siglo XVII permanece como un testimonio silencioso de la rica historia del lugar.

Cómo llegar

Para llegar al Río San Marcos, la ruta comienza desde la Plaza Cacique Tulian. Dirígete hacia la pasarela del río por la calle San Martin. Al llegar a este punto, antes de cruzar el río, encontrarás a tu izquierda el Paseo de los Amigos. A tu derecha, en dirección al camping municipal, se encuentra el Paseo de La Quebrada, una atracción en sí misma.

Sea cual sea tu elección, el Río San Marcos promete ser un destino lleno de maravillas y descubrimientos. Con su combinación de belleza natural, historia y actividades de recreo, es un lugar que te invita a explorar, a relajarte y a crear recuerdos duraderos.